Cuentos con moraleja: "Que la llama no se apague"

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El cristiano de hoy día está rodeado de tantos problemas, atractivos, preocupaciones…, que con frecuencia cuesta mantener nuestra mente y nuestro corazón orientados a las cosas que son realmente importantes y no ser atrapados por las cosas del día a día.

El cuento que le presentamos hoy ofrece una solución que nos puede dar una pista para cuando nosotros también queramos evitar ser atrapados por el mundo actual y sus preocupaciones

Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que  caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:

-          “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?

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Cuentos con moraleja: "El helecho y el bambú"

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Me llamo Job, tengo 45 años, estoy casado y tengo tres hijos. Vivo en… ¡qué más da! En realidad mi historia se parece a la de muchos hombres. Desde que tengo memoria, mi vida ha sido una continua lucha sin ningún fruto aparente a pesar de mis muchos esfuerzos. Hace unas semanas mi mujer me dijo que se separaba de mí porque cada día me veía más raro. Mis hijos, que están entre los trece y los dieciocho, ya empiezan a querer vivir su propia vida; apenas hacen caso, a no ser que saquen provecho de su obediencia.

Siempre he intentado ser fiel a mi fe; pero si he decir toda la verdad, nunca me la tomé demasiado en serio. Poco a poco se ha ido debilitando, ya sea por desinterés o por aburrimiento; aunque también culpo algo a Dios, pues en ningún momento me ha dado descanso.

 En fin, creo que soy uno más de los miles o millones de hombres que están pasando “la crisis de los cuarenta”, y en mi caso, bastante grave. Cada día que amanece es una nueva cruz; hasta tal punto que mi vida ha dejado de tener sentido.

Hace unos días mi tensión era tal que ya no podía más, por lo que decidí darme por vencido. El día anterior había perdido el trabajo; por la noche tuve una pelea con mi hija la mayor, y por si faltaba algo, mi mujer me echó la culpa de todo. Así que muy de mañana, cuando mi mujer creía que me iba con el coche al trabajo, salí a un robledal que hay a las afueras del pueblo con la mente fija en una idea y con el deseo de acabarlo todo... Estaba caminando por entre los árboles cuando decidí tener una última charla con Dios.

- Dios, le dije. ¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido? Su respuesta me sorprendió…

 -Mira a tu alrededor. Él dijo. ¿Ves el helecho y el bambú?

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Cuentos con moraleja: "La entrevista a Dios"

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Hace unos días leí una curiosa historia que ahora les paso a contar. Espero que la disfruten tanto como yo.

Un famoso periodista había entrevistado a los personajes más famosos del mundo, artistas, políticos, escritores, gobernantes, inventores e ingenieros. Le apasionaba la vida de aquellos que más habían influido en su comunidad o naciones y su pregunta más categórica era aquella que enfrentaba a estos personajes con sus propias obras.

Un día de camino a su oficina le dijo a su redactor que siempre había soñado con entrevistar al mismo Dios y hacerle la gran pregunta de su vida la cual estaría relacionada con su obra máxima: el hombre; de repente, se vio envuelto por una gran luz en medio de un torbellino:

- Detente, me dijo, ¿así que quieres entrevistarme?

- Bueno, le contesté, si es que tienes tiempo.

Se sonrió por entre la barba y dijo:

- Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo. ¿Qué pregunta quieres hacerme?

- Ninguna nueva ni difícil, para ti: ¿qué comentario te merece el hombre a quien creaste a tu imagen y semejanza?

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Cuentos con moraleja: "El barbero incrédulo"

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La fe de muchos cristianos es tan superficial que de poco les sirve cuando tienen que enfrentarse a los problemas reales de esta vida.

Hace algún tiempo me contaron la historia de un barbero, que debido a su poca fe se declaró ateo; y todo, porque no podía entender por qué Dios permitía el sufrimiento. Permítanme que les cuente brevemente esta historia.

Érase una vez un hombre de cabellos bastante largos que fue a una barbería una tarde del mes de agosto. Como no había futbol y los políticos se habían ido todos de vacaciones, al pobre barbero no se le ocurría ningún tema de conversación mientras atendía a su cliente. Intentó comenzar varios asuntos: que si el calor, que si los incendios, pero el cliente no se daba por aludido. Al final terminaron hablando de los negocios. En esto que el cliente dice:

-“Desde que Dios ha puesto su mano, parece que la cosa se va animando…”

El barbero, que estaba ya desesperado, encontró en esta expresión un posible tema de conversación, por lo que le dijo al cliente:

-Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.

-Pero, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

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Cómo llegar a San Alberto Magno

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