Cuentos con moraleja: "El milagro de la canción de un hermano"

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Como cualquier madre, cuando Karen se enteró de que otro bebé venía de camino, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo de cuatro años a prepararse para la llegada del nuevo hermanito. Cuando Michael se enteró se llenó de gran alegría. A Michael le gustaba cantarle bellas e infantiles canciones mientras ponía las manos en la barriguita de su mamá y sentía el movimiento del nuevo hermano.

El embarazo progresó normalmente para Karen, un miembro activo de la Iglesia de St Patrick en Morristown, Tennessee. Llegaron las contracciones del parto, pero surgieron complicaciones, por lo que fue llevada rápidamente al hospital. Los médicos dijeron que iba a ser un parto de horas y que probablemente requeriría de una cesárea.

Finalmente, la pequeña hermana de Michael nació; pero estaba grave. Con la sirena aullando en la noche, la ambulancia llevó al bebé a toda prisa a la Unidad Neonatal de Cuidados Intensivos del Hospital St. Mary’s en Knoxville, Tennessee.

Los días pasaron lentamente. La pequeña empeoró. El pediatra dijo a los padres:

—Hay muy pocas esperanzas. Estén preparados para lo peor.

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Cuentos con moraleja: "Para animarle a usted"

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Dos hombres, los dos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde durante una hora para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. Durante horas hablaban de sus mujeres y sus hijos, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones…

Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.

El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban y jóvenes enamorados paseaban de la mano entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje y se podía ver en la distancia una bella vista de la ciudad.

El hombre de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos. El del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

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Cuentos con moraleja: "Aprendamos a controlar nuestros nervios"

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Una pareja de jóvenes llevaba varios años casados y no habían podido tener hijos. Para no sentirse solos, compraron un cachorro y lo querían como si fuera su propio hijo.

El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso perro; salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones. Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.

Después de siete años de tener al perro, la pareja logró tener el hijo tan ansiado. La pareja estaba muy contenta con su nuevo hijo y disminuyeron las atenciones al perro. Este se sintió relegado y comenzó a sentir celos del bebé y ya no era el perro tan cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años; o al menos esa era la impresión que a ellos les daba.

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Cuentos con moraleja: "Dios no se arrepiente de lo que hizo"

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Había un puente que atravesaba un gran río. Durante la mayor parte del día, el puente permanecía abierto de modo que los abundantes barcos que pasaban pudiesen navegar libremente. Pero a determinada hora, los carriles bajaban colocándose en forma horizontal a fin de que algunos trenes pudiesen cruzar el río. Desde una pequeña cabina que había a un lado del puente, un hombre accionaba los controles para que el puente bajara cuando, desde lejos, el silbido que anunciaba la cercanía del tren, le avisaba que estaba para llegar.

Una noche, el operador estaba esperando el último tren para activar los controles y bajar el puente; vio a lo lejos las luces del tren y esperó a oír el silbido para bajarlo. Cuando se dirigió al cuadro de mandos advirtió horrorizado que los controles no funcionaban correctamente y que el pulsador que accionaba la apertura y cierre del puente estaba cortocircuitado. Si no hacía algo rápidamente el tren caería irremediablemente al río.

El tren de la noche solía traer muchos pasajeros a bordo por lo que muchas personas perecerían irremediablemente en el accidente. Había que hacer algo. El hombre abandonó rápidamente la cabina de control, y se fue hacia una palanca manual que accionaba todo el mecanismo.

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Cómo llegar a San Alberto Magno

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