Hace unos días, me comentaba una persona su gran preocupación por tantas enfermedades que nos atacan, y que angustiada por ello, había acudido inmediatamente al médico para realizarse un chequeo.
Sin duda, cuidar nuestro cuerpo, es una obligación que tenemos, pero, no nos causan el mismo desasosiego las enfermedades del alma. Buscamos la medicina de la inmortalidad, que no existe y rechazamos el tratamiento que nos permite estar en gracia de Dios,los Sacramentosy la vida de Piedad. Hoy en día, aunque parece una paradoja, vivimos preocupados por vivir.
Una gripe, nos llena de angustia; un pecado, nos da igual. Un poco de tos, nos hace tomar inmediatamente un antibiótico; acumular faltas, lo consideramos tema para beatos. Nos asusta la muerte, pero no la condenación. Curioso… ¿Nuestra esperanza está fundada en la vida terrenal, o en la Vida eterna?
¡Cuántas veces hemos escuchado esta frase u otras similares! ¿Hasta qué punto la persona que la dice queda exculpada por ese modo de pensar? ¿Cómo tenemos que actuar cuando un familiar o amigo la profiere?
En este breve artículo intentaré profundizar en el significado de esta expresión y proporcionarles una respuesta, para cuando algún familiar o amigo la pronuncie.
Hace tan solo unos días fui a un supermercado a hacer unas compras. Una vez que acabé, me dirigí a una de las cajas y busqué qué cola era más corta para realizar el pago. Delante de mí había una señora joven con un niño de siete u ocho meses en un carrito. Mientras que esta señora esperaba su turno para pagar, estaba hablando por teléfono con alguien. Por lo visto, desde el otro lado del teléfono le estaban recomendando bautizar al niño que llevaba en el carrito. La buena señora a todo respondía que no. Ya, casi al final de la conversación le oigo decir un tanto enfadada:
- ¡No insistas! ¡Creo en Dios, pero no en los curas!
A mí me llamó la atención esta frase por la aspereza y convicción que mostraban, pero dado que no conocía a la persona, y no era el lugar ni el momento para mantener una conversación al respecto, me callé.
PREGUNTA: ¿Por qué los santos nos hablan continuamente de la necesidad de la confesión frecuente?
RESPUESTA: Para los santos era muy importante permanecer siempre en estado de gracia; es decir unidos a Cristo. Si nos hemos separado de Él como consecuencia del pecado, ha de ser nuestro deseo recuperar cuanto antes el estado de gracia, de amistad con Dios. De ahí la necesidad de confesarse cuantos antes. No tiene sentido alguno querer ser amigo de Cristo y estar separado de Él a causa del pecado.
PREGUNTA: ¿Con qué frecuencia hay que confesarse?
RESPUESTA: La Iglesia manda confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte o si se ha de comulgar. Pero conviene confesarse cuanto antes si uno se encuentra en pecado mortal. No tiene sentido alguno vivir en pecado y separado de Dios. Si uno muriera en pecado mortal se iría directamente al infierno.
PREGUNTA: ¿Puedo confesarme si no tengo pecados mortales?
RESPUESTA: Sí. Cada vez que nos confesamos, no solamente recuperamos la gracia santificante si la habíamos perdido, sino que también nos aumenta la gracia, los dones del Espíritu Santo y la paz del alma.
PREGUNTA: Si deseo llevar dirección espiritual, ¿con qué frecuencia me debería confesar?
RESPUESTA: Por lo menos todos los meses. Depende también de la disponibilidad del confesor.
PREGUNTA: ¿Puedo confesarme directamente con Dios? La verdad es que me da vergüenza decirle los pecados a un “hombre”.
RESPUESTA: Con Dios puedes y debes hablar con frecuencia y pedirle perdón; pero si lo que quieres es que se te perdonen los pecados debes acudir al medio que el mismo Jesucristo puso para ello: La Confesión Sacramental. Jesucristo le dio a los sacerdotes el poder de perdonar los pecados en su nombre (“A quienes perdonéis los pecados, le serán perdonados”).
PREGUNTA: ¿Cuándo ha de recibir una persona el sacramento de la Unción de los Enfermos? RESPUESTA: Cuando la vida de la persona esté en grave riesgo, independientemente de la edad; y siempre que se esté bautizado y se haya llegado al uso de razón. Ej: Antes de una operación grave. También cuando por enfermedad y edad avanzada la vida de la persona pueda estar en riesgo.
PREGUNTA: ¿Puede recibir una persona mayor la Unción si no hay una enfermedad que pueda comprometer la vida? RESPUESTA: Normalmente no. La edad avanzada no es una razón suficiente para recibir este sacramento. Ha de haber una enfermedad que pueda poner en peligro la vida. Lo mejor es llamar al sacerdote para que él valore oportunamente.